La población indígena mesoamericana actual, alcanza según el Censo de Población y Vivienda 2010, los 15 millones, se distribuye en 26 regiones y cubre los principales hábitat del territorio mexicano. Por lo anterior, el campesinado hablante de lengua indígena detenta una superficie estimada de 28 millones de hectáreas. Aunque ésta superficie no resulta particularmente grande, su valor radica en que en ella se encuentra gran parte de las áreas biológicamente más ricas del país, las porciones de selva y bosque mejor conservadas, numerosas regiones productoras de agua, y la mayoría de los sistemas de agricultura tradicional, la cual mantiene una notable riqueza genética (germoplasma) encabezada por el maíz. La presencia significativa de la propiedad social hace además a México, junto con China y Nueva Guinea, el país del mundo con mayor porcentaje de bosques y selvas bajo custodia y manejo comunitarios. Más de 7 mil ejidos y comunidades poseen el 70-80 por ciento de los bosques y selvas de México. Este hecho ha motivado, desde hace más de dos décadas, la creación de innumerables proyectos forestales de inspiración ecológica.

Antecedentes

De acuerdo a los datos del último censo agrario disponible, en México existían hacia 1991 un total de 4.58 millones de propietarios rurales, de los cuales el 66% eran familias campesinas dentro de ejidos y comunidades que controlaban 103 millones de hectáreas, y el 30.8% eran propietarios privados con algo más de 70 millones de hectáreas. El otro factor fundamental es el histórico: México fue el escenario donde se gestó y desarrollo una de las más vigorosas civilizaciones antiguas: Mesoamérica. En esa región cultural florecieron numerosas sociedades a partir de la domesticación del maíz y de otras cien especies de plantas -la mayoría alimenticias–, un proceso que llevó unos 7,000 años.